martes, 23 de marzo de 2010

Para una terrible enfermedad, una sencilla cura.

Una extraña enfermedad azota a la población. Se trata de una ceguera que se expande de manera fulminante dejando a los ciudadanos viviendo en un mundo de sombras. Es conocida como la falta de lectura, los enfermos son incapaces de acercarse a un libro. Los expertos en el tema mencionan posibles curas: comenzar con un periódico o revista, pasar a libros cortos y fáciles de entender. Yo, por el contrario, propongo visitar una biblioteca.

No es que padezca dicho mal, pero me consideraba amante de los libros hasta que me di cuenta de que tan poco los conocía en realidad. Todo comenzó cuando un profesor me pidió que visitara la Biblioteca Palafoxiana. Debo reconocer que no me entusiasmaba nada la idea, lo consideraba una perdida de tiempo; ir a ver unos cuantos libros. Pero, todo cambió en el momento en que mis pies tocaron el lugar y mis ojos recorrieron los hermosos estantes repletos de compendios.
Lo primero que hice fue preguntar cuántos volúmenes había, la respuesta me dejó pasmada. Cuarenta y dos mil, nunca había visto tantos en un mismo lugar. Me sentí pequeña al lado de esos grandes estantes, me supe ignorante al descubrir los diferentes temas que ellos resguardaban. En toda mi vida no había leído ni la décima parte de lo que había ahí, ¿cuánto tiempo me tomaría leerlos todos?
Sentí una gran tristeza, comprendí que ahora leo por obligación. No soy capaz de hacerle un tiempo a la lectura. Me dedico a realizar las tareas encomendadas por mis profesores, no busco alguna obra para disfrutar durante mi tiempo libre. No significa que haya dejado de amar la lectura, porque el leer es una experiencia que no puedo describir. Si he perdido ese hábito, es por vagancia y comodidad, porque no se administrar mí tiempo. Paso horas frente a la computadora y el televisor, horas que podría utilizar para enriquecer mi mente a través de un libro.

Llegue a la conclusión de que el leer está en peligro. He empezado a padecer esta enfermedad, al igual que otros muchos. Agradezco que una de mis tareas haya sido visitar la Biblioteca, porque de no haber sido así, hubiera seguido por el mismo camino. A partir de hoy siempre habrá un libro en mis manos, acudiré a el en todo momento. Los momentos libres serán suyos y ya no míos.

Me he propuesto regresar al lugar que me ha sanado y cuando lo haga llevaré conmigo a otro enfermo. No me detendré hasta conseguir la cura, quiero que las personas dejen de sentirse solas. Mi propósito es hacerles ver que el mejor amigo que pueden tener es un libro, ya que por más que lo olvides durante un largo tiempo, el día que regreses ahí estará dispuesto a abrirse para ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario